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Josefa González González, costurera, molinera y emprendedora

Somos los hijos de Josefa González González y queremos aportar y contar la historia de nuestros padres, pues, sin duda alguna, fueron, en primer lugar, extraordinarios padres; y, en segundo lugar, emprendedores, cuando, en medio de las adversidades de los tiempos en los que vivieron, supieron hacerles frente. Y, en tercer lugar, fueron un ejemplo a seguir.

Nuestra madre, Josefa González, hija de yeseros, ya iba desde pequeña, con seis años, con su padre Andrés a hacer caleras. Con nueve años, ya descargaba las carretas con tablas, serrín, tejas, etc. Hacía un sinfín de tareas, donde todos los hermanos arrimaban el hombro, a la hora de echar una mano.

Y, así, siguió toda su vida. Creció en un hogar de trabajadores y emprendedores, formación práctica y espíritu de trabajo y vista comercial que le sirvieron una vez casada con Gregorio Carayol Fernández. Alquilaron una casa en el pueblo, donde no tenían ni muebles, ni agua, ni luz. Tenía que desplazarse al río para lavar.

Una vez que fueron naciendo sus hijos, se levantaba a las cinco de la mañana para poder ir a lavar. El joven matrimonio comenzó trabajando en el campo, pero esto no les daba mucho para vivir, y pensaron en poner un molino de piensos. Precisamente fue el primer molino de esas características en el pueblo. Al principio, les iba bien, pero después, cando pusieron más molinos en Huéscar, ya no les salían las cuentas. Entonces, decidieron comprar una máquina cosechadora. Gregorio, mi padre, tenía que desplazarse al norte y al centro de España a segar, con lo cual, mi madre se quedaba trabajando en el molino con sus cuatro hijos.

Sin embargo, los ingresos eran insuficientes, y optó por la idea de coser como modista (había aprendido corte y confección de joven y era una maestra en el oficio): ropa de mujer, de hombre, bordados de sábanas. De esta manera, podía sacar un dinero extra para hacer frente a los gastos.

Todo esto lo hacía sin quejarse, al contario, siempre tenía tiempo para contarnos un cuento o vestirnos en el carnaval: con mucho ingenio y poco coste. Y siempre sabía escuchar, lo mismo a los niños que a los mayores. Era una mujer que, sin duda, fue, es y será una de las mujeres más especiales que han existido nunca.

Pilar Carayol González,

en su nombre y en el de sus hermanos (Ángel, Paqui y Manolo Carayol González).



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Historias de la vida cotidiana en Huéscar:

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