Crear contextos de aprendizaje en el marco de las bibliotecas escolares. Lectores, investigadores, creativos y críticos

Mercedes Laguna González

Resumen

            Este artículo presenta la biblioteca escolar desde una perspectiva doble. La primera enlaza con la renovación constante en el campo de las tecnologías de la información y la comunicación; los cambios producidos  han convertido la biblioteca física en todo tipo de bibliotecas virtuales y los libros en textos digitalizados e hipertextos que conectan palabras y realidades. La segunda perspectiva considera las bibliotecas -y las posibilidades que encierran- como lugares abiertos y flexibles que pueden convertirse en un ámbito privilegiado de aprendizaje. Formar lectores, investigadores, creativos y críticos es la tarea del docente que planifica conexiones entre las materias, que diseña secuencias y unidades didácticas con las que los alumnos y alumnas tienen la oportunidad de recoger el tesoro de la tradición heredada, profundizar en él y renovarlo.

En la última parte se adjuntan, a modo de ejemplo, las referencias de algunos de los materiales elaborados en torno a los libros y los textos, así como los enlaces a las páginas web en donde están publicados.

Palabras clave

Biblioteca. Textos e hipertextos. Aprendizaje significativo. Investigar. Crear. Ser crítico. Competencia comunicativa.

Introducción

                La Biblioteca es un recurso fundamental para los centros educativos, lo sabemos bien los que nos dedicamos a la enseñanza, especialmente los que coordinamos el Proyecto de Lectura y Biblioteca o participamos en él. Sin embargo, con el término «biblioteca» nos referimos, por extensión, a todos los tipos de bibliotecas, a todos los tipos de libros, y a todas las variedades de textos. Esta es la primera perspectiva desde la que quiero considerar la biblioteca.

            Mi segundo enfoque, esencial, en mi opinión, es la conexión de la biblioteca escolar con la práctica docente: su relación con el currículo y, por tanto, su papel en el aprendizaje de los alumnos y alumnas.

            La Biblioteca puede convertirse en un ámbito privilegiado de aprendizaje, aunque, por sí misma, sin la dinamización y el uso adecuado, puede no serlo. Puede tratarse, eso sí, de un recurso más del centro, absolutamente imprescindible, pero que no implique la adquisición de conocimiento ni aprendizaje per se. Para conseguirlo, es necesaria una buena planificación de cada uno de los profesores en sus materias, de los distintos grupos y niveles de organización (ciclos, departamentos, áreas), así como de los proyectos del centro, en especial el Proyecto de Lectura y Biblioteca. Es preciso que el uso de la biblioteca gire en torno a la concreción y el desarrollo del currículo, aunque, también, urge que comprendamos de una vez que el currículo que han de asimilar -de manera significativa- nuestros alumnos y alumnas no termina con el currículo formal, y que las competencias básicas se adquieren unidas a los currículos informal y no formal.

            Son tres los puntos fundamentales de unión entre las bibliotecas y el currículo: 1.- La formación de lectores y escritores investigadores. 2.- La formación de lectores y escritores creativos. 3.- La formación de lectores y escritores críticos.

            Estos tres objetivos parten de un uso de la biblioteca como escenario alternativo a las aulas (o a las aulas entendidas según la organización tradicional[1]), como un contexto privilegiado para el aprendizaje que nos sirve no solo para hacer actividades puntuales de animación a la lectura, sino como centro, físico y virtual, impulsor y facilitador de los procesos que conducen a la adquisición significativa de conocimiento, incluso a la creación de cultura.

  1. Biblioteca y bibliotecas. El tesoro de la memoria

            Comenzamos explicando de qué modo entiendo yo la biblioteca y su papel en un centro de enseñanza, y más adelante abordaré el tema de las competencias básicas y su relación con este tipo de biblioteca escolar.

            Biblioteca significa etimológicamente lugar donde se guardan los libros, a disposición de que quien quiera leerlos o consultarlos; este conjunto de libros, seleccionado, catalogado y custodiado, está unido intrínsecamente a la información y al conocimiento. Su consulta, por la apertura y la gratuidad, supone que el saber puede estar al alcance de una gran mayoría de personas. En las bibliotecas escolares esperan a los alumnos y alumnas libros de consulta y libros de lectura. En los estantes de las bibliotecas universitarias los estudiantes pueden encontrar las últimas publicaciones ligadas a sus campos de investigación, en versiones originales. La carestía de los libros y la suscripción a las revistas científicas ya no es un obstáculo para ser un buen investigador o un buen profesional.

            Hoy sabemos que hay muchos tipos de bibliotecas, y que no solamente son distintas por los temas sobre los que se centran, las instituciones que las sustentan, los niveles de educación a los que se adecuan. El cambio radical en los últimos años ha sido la apertura de la biblioteca a la Red de redes virtuales. Y no solamente porque los catálogos de libros en papel estén a disposición, mediante bases de datos on-line, de los cibernautas -que ya es un logro y un servicio considerables-, sino porque el libro, los libros, la prensa y las revistas, tanto las divulgativas como las especializadas han adquirido un soporte nuevo -aún sin abandonar el papel. Hoy los textos se convierten, si tienen un formato digital, la mayoría de las veces en hipertextos; son textos que establecen conexiones entre sí: palabras que llaman a otras, conceptos que se explican con otros; lugares que hablan de sí mismos; historias que se cruzan con otras. De esta manera, la principal novedad es que el texto pierde su lectura lineal (por lo menos, corre el «peligro» de perderla) para abrirse a una lectura multidimensional, que puede ser beneficiosa, fructífera en algún sentido, aunque en otros también, hemos de reconocerlo, supone, dispersión y la posibilidad de atender a llamadas publicitarias que no tienen que ver con la lectura[2].

            En realidad, si somos precisos, la biblioteca significa el conjunto de documentos (o recipientes) que acogen el saber y la cultura que las distintas sociedades y civilizaciones han ido atesorando. La Biblioteca es el baúl versátil y flexible que guarda el tesoro de la memoria para ser comprendido, interpretado y reinventado. El uso de las bibliotecas -de las bibliotecas y los textos- está en la base del proceso de investigación, de la asimilación del conocimiento y de la creación de cultura. Es el modo y el camino para que los alumnos sean los sujetos activos de su propio aprendizaje.

            Nuestra principal función como educadores es conectar los libros y los textos con la vida. Sabemos muy bien por las pruebas PISA que los textos son diversos también, no solamente por los distintos soportes en los que se ofrecen al lector, y no solo por la diversidad de su tipología en cuanto a ámbitos, intención, géneros y formas de elocución, sino que es diversa también su utilización o no del material lingüístico, la inclusión de los elementos no verbales, de las imágenes y el sonido.

            Un lugar especial debería tener la biblioteca constituida por personas que actúan como libros vivos, a través de la literatura de transmisión oral, incluso, deberíamos conceder atención destacada al libro vivo que llega al alumno y la alumna todos los días a través de su maestro, de su profesor o profesora.

«La biblioteca, considerada como fuente (física, virtual, potencial, motivadora) de recursos para el aprendizaje, es un instrumento clave que nos ayuda a comprender la ubicación real del ámbito académico en la vida de nuestros alumnos. La finalidad última de la enseñanza en secundaria es preparar a los alumnos para la autonomía de la vida adulta, preparar, por tanto, personas competentes para enfrentarse a las tareas profesionales, de formación o de investigación que les esperan tras el paso por el colegio o el instituto. En consecuencia, tanto las tareas que proponemos en el aula como las actividades que proyectamos en torno a la biblioteca deben ser tareas contextualizadas, que tengan que ver con la vida, que impliquen directamente a los alumnos, que busquen la adquisición de las competencias básicas que los convertirán en personas autónomas, críticas, en ciudadanos capaces de vivir en sociedad (una sociedad a la que quieren, ahora y en el futuro, mejorar)». (Laguna, 2009).

            

  1. Investigadores, creativos y críticos

            Nos hemos preocupado en el ámbito educativo, durante mucho tiempo, por la relación entre lectura y comprensión, tanto la literal como la interpretativa. Desde luego, no podemos olvidar este objetivo, que constituye, además, una de las destrezas clave de la competencia comunicativa. Pero en este artículo nos detenemos en otras facetas de la lectura de los textos, que tendrían que ser consecuencias directas de aquellas. La lectura de un amplio y variado tipo de textos por parte de nuestros alumnos debería conducirlos a ser investigadores, a ser creativos y a ser críticos.

            Formamos lectores y formamos investigadores. Los objetivos serán aprender a buscar, seleccionar y a procesar información, para construir el conocimiento. Los modelos de enseñanza constructivistas «hacen hincapié en las formas de incrementar el impulso innato de los seres humanos, de comprender el mundo, obteniendo y organizando información, percibiendo problemas, generando soluciones y elaborando conceptos y un lenguaje que permita transmitirlos»[3].

            Es tarea de los docentes presentar el proceso de aprendizaje de los alumnos como el enfrentamiento con un problema que han de resolver, utilizando todos los medios a su alcance, algunos que ya funcionan como instrumentos, recibidos de la tradición cultural-científica,  y otros, incluso, que pueden crear ellos.

[1] Cuando un aula se convierte en un punto de acceso (o múltiples puntos de acceso) a las bibliotecas virtuales; cuando un aula actúa como taller de escritura, o como laboratorio de investigación; cuando utilizamos una visita virtual a un museo, o el recorrido de búsqueda que hemos diseñado, para preparar las condiciones adecuadas mediante las cuales los alumnos y alumnas aprenden a resolver problemas complejos conectados con la vida, empiezan a hacer inferencias, aprenden a investigar y a construir conceptos, o prueban a escribir un texto con intención literaria, entonces estamos convirtiendo el escenario del aula en un ámbito privilegiado de aprendizaje.

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[2] Tendríamos que tenerlo en cuenta en la educación de nuestros alumnos y alumnas. Es muy bueno proporcionarles todo tipo de aperturas a distintos textos y comunicaciones, pero también es necesario y urgente que los dotemos de capacidades para navegar por esos mares tempestuosos.

[3] Joyce, B. y Weill, M. (2002): Modelos de enseñanza. Edición original en inglés 1999. Barcelona. Gedisa.

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