En la Revista De-Lectio. Perfil de Tomás Rodríguez Reyes

De la literatura o la invención humana

Artículo publicado en la Revista Andalucía Educativa (6-10-2014)

fortis imaginatio generat casum”

 

NINGÚN texto puede edificar y expresar lo que somos como el texto literario, pues este ensancha las combinaciones gramaticales y las posibilidades meramente comunicativas hacia otra dimensión de la expresión humana. Si, como afirmaba Heidegger, “la palabra otorga ser a las cosas”, la palabra “literaria” metamorfosea la palabra en arte. El estudio de esa acción del verbo, -que trasciende lo inmediato y personal-, debiera ser el centro de estudios de la Literatura en las aulas. Solo de esta forma conseguiríamos una verdadera revolución interna en los ciudadanos, solo así procuraríamos un semillero de individuos cultivados.

Desde la antigüedad, este tipo de texto ha estado siempre en los límites de la textualidad lingüística y emparentado con las disciplinas de orden estético, en tanto que no solo muestra la  preocupación de su autor en qué dice sino en cómo lo dice. Esto mismo que Quintiliano diferenciaba, recte loquendi scientia y ars bene dicendi, esto es, hablar con corrección gramatical y la técnica de hablar de la mejor forma posible.

Aprender a hablar es un acontecer natural para los hombres; aprender a leer es un fenómeno extraordinario en la vida de un individuo; aprender a leer textos literarios y a disfrutar con ellos quizás la más alta cumbre de la palabra. Negar a los estudiantes de todos los niveles educativos de manifestaciones humanas de este calado supone negar al individuo a conocer qué han expresado otros, en otros momentos, incluidos sus contemporáneos, sobre su propia condición. Así las cosas, menguar en el estudio pleno de la literatura, ocultar el conocimiento literario de los textos por otras razones ajenas a las literarias, de sus posibilidades ficcionales y artísticas, resulta vituperar el conocimiento de cualquier individuo de una de las más poderosas posibilidades expresivas y estéticas que poseemos como tales.

El texto literario propone una posición ética y estética ante el mundo que se materializa a través de las palabras, sus combinaciones y sus silencios. No solo eso, ocurre, ni más ni menos, la catarsis: el lector se coloca, eventualmente, en esa perspectiva vital. De ahí que la literatura sea una experiencia que se suma a la experiencia de vida y que la lectura de textos como El Quijote, La Divina Comedia, Lazarillo de Tormes o Hamlet  terminen por convertirse en textos atemporales y vividos por los lectores de las distintas épocas.  

Como ha sucedido en otras disciplinas humanísticas, como la Historia o la Filosofía, los intentos por entenderla surgieron desde antiguo y, con ellos, los llamados estudios literarios, -cuajados en la Retórica antigua-: el estudio de las técnicas, los autores, las obras, las etapas, las escuelas, los acontecimientos culturales y, sobre todo, de los textos literarios en sí mismos. En la actualidad, y desde hace años, este estudio ha sufrido una merma considerable en aras de la lingüística textual y de la enseñanza de la literatura como un tipo más de texto. La currícula actual y las futuras legislaciones así lo demuestran: la literatura es un mero bloque de contenidos dentro de la materia Lengua castellana y Literatura.

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