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Un libro

Las pasiones trágicas. Tragedia y filosofía de la vida

Fragmentos del libro


Comprender un texto es comprender la pregunta que plantea

Hay que reconocer que existe una diferencia insuperable entre el intérprete y el autor, y que el sentido de un texto supera a su autor no ocasionalmente, sino siempre (por eso no es correcto hablar de “comprender mejor”; más bien, cuando se comprende, se comprende de un modo diferente).

Esta diferencia insuperable, la distancia histórica, entre el texto y el intérprete, hace que la comprensión no sea solo un comportamiento reproductivo, sino también productivo, y permite una nueva evaluación del tiempo. El tiempo ya no es un obstáculo, sino el fundamento que sustenta el acontecer. Y la distancia en el tiempo no es algo que tenga que ser superado, sino una posibilidad positiva y productiva del comprender.

Con esto se agota el problema hermenéutico y reconoce que el verdadero sentido de un texto o de una obra de arte no se agota nunca. La comprensión es un proceso infinito y no conduce a ningún absoluto, pues la conciencia de la historia efectuar es conciencia de la situación hermenéutica no es nunca un saber absoluto: “ser histórico es no agotarse nunca en el saberse”.

[…] La comprensión comienza allí donde algo nos interpela (dice Gadamer), entonces hay que poner en suspenso los propios prejuicios y tal suspensión tiene la estructura lógica de la pregunta. Comprender un texto es comprender la pregunta que plantea y la que responde, o, como dice Collingwood, un texto se comprende cuando se ha entendido la pregunta para la que es respuesta. Pero en toda experiencia está presupuesta la estructura de la pregunta. Y es preciso saber preguntar: eso es justamente lo que enseña la dialéctica, que es el arte de preguntar, es decir, de llevar una conversación. Preguntar quiere decir abrir […] (Ávila Crespo,2018, p. 65)

Mímesis, verosimilitud y verdad

Lo verosímil tiene que ver con la esfera de lo posible pero eso no significa que no tenga que ver con la realidad. En efecto, como señala T. Calvo, Aristóteles advierte que la referencia a la realidad de un discurso puede ser: inmediata o directa, cuando se trata de un discurso apofántico o declarativo y muestra cómo son las cosas; o indirecta y mediata, cuando se trata de un discurso poético o imitativo y muestra cómo podrían ser. En ese nivel se insertan los acontecimientos que narra la tragedia y eso revela ya una importante diferencia entre las posiciones respectivas de Platón y Aristóteles.

 […] Mientras que Platón situaba al historiador por encima del poeta, teniendo en cuenta la adecuación a la realidad de lo narrado por cado uno, Aristóteles considera al poeta por encima del historiador, y más cerca de la ciencia y la filosofía, de acuerdo con las exigencias de universalidad de cada uno de los discursos. El historiador narra lo que alguien hizo en un momento dado y en una situación concreta; el poeta explica lo que cabe esperar que haga alguien con tal carácter y ante determinadas circunstancias. (Ávila Crespo, 2018, pp. 118-119).

Madrid, Trotta, 2018