

Extraído del artículo: “Francisca Bustos y la educación en Huéscar. Un proyecto de vida: mejorar el futuro. (2ª parte)”. Mercedes Laguna González. Péndulo. Papeles de Bastitania, nº. 21, 2020, pp. 337-374

Atención global, en especial a las alumnas más desfavorecidas
La directora del Natalio Rivas pensó también en el cuidado que necesitaban las niñas que venían al colegio desde Barrio Nuevo (las Cuevas). Muchas de ellas venían a clase (para cumplir con la obligatoriedad de la enseñanza primaria) sin asear, porque en su casa no tenían las condiciones adecuadas. Fue un acuerdo tomado con el claustro, con las maestras encargadas de cada uno de los cursos: decidieron que era un deber. Las niñas tenían que sentirse bien consigo mismas y el primer paso era que estuvieran aseadas y con ropa limpia. También les daban un desayuno antes de entrar a clase. Para esta tarea, doña Paquita contó con la ayuda de Manuela Arias de la Fuente. Nos cuenta, en sus “Recuerdos”, Mª Dolores Iriarte:
“Manuela Arias conocía bien a estas niñas pues llevaba años haciendo catequesis, y tareas que ahora se llaman de asistencia social, en las Cuevas. Creo que fue pionera en Huéscar en ocuparse de los pobres de solemnidad (la mayoría del barrio de las Cuevas, y, entre ellos, los de etnia gitana, aunque no solo). También ayudaba a la directiva del centro en las tareas administrativas del grupo escolar. Manuela era soltera y, antes de colaborar con el colegio, vivía con su madre y «cogía» las carreras de las medias. Creo que empezó a hacer tareas administrativas después que muriera su madre”[1].
Manuela Arias de la Fuente había pertenecido desde su fundación, y pertenecía aún, al grupo de las “Mensajeras de Jesús pobre”. Hemos de volver a la investigación de Antonio Ros, archivero de Huéscar, para comprender en qué consistía exactamente esta organización, y, entender así, en la medida de lo posible, lo que supuso para la época en Huéscar. También para la formación integral y de “atención a la diversidad” (como se dice en términos actuales) en el colegio Natalio Rivas.
En las décadas de 1940 y 1950, la situación social y personal de cientos de familias que acogían nuestras cuevas determinaron a algunas personas e instituciones civiles y religiosas el intentar hacer frente a esas adversas circunstancias de postguerra (hambre, exclusión social, desarraigo, enfermedad). Desde el ámbito eclesial, los dos claros ejemplos físicos de ello fueron el edificio de la iglesia de San Isidro y la conocida como Casa de Jesús Pobre -hoy desaparecidos.[2]
[1] IRIARTE, D. “Recuerdos sobre el Grupo Escolar Natalio Rivas”, Revista De Lectio, nº 6, 2020, p. 2.
[2] ROS MARÍN, A.” Rincones con alma: la iglesia de San Isidro y la Casa de Jesús Pobre en Cuevas de Barrio Nuevo”, en El Blog El Archivo hace saber. Entrada del 17 de febrero de 2012. http://elarchivohacesaber.blogspot.com/2012/02/rincones-con-alma-la-iglesia-de-san.html

Las bases de su agrupación
Las autodenominadas “mensajeras de Jesús pobre” dejaron constancia gráfica para que podamos conocer sus actuaciones y las incorporemos al conocimiento de la historia de Huéscar, en especial a la historia de la ayuda a los desfavorecidos y a su formación. En plena dictadura, estos eran sus objetivos fundacionales:
Según las “Bases para el establecimiento de una casa de Jesús Pobre” (datadas el 6 de noviembre de 1953), en su capítulo 1º (Establecimiento de la institución y fines), artículo 1º, señalaba que: Se establece una obra de carácter benéfico-religioso-social y que funcionará como una obra marginal de la A. C. (Acción Católica). En su artículo 2º indicaba que: La obra se denominará “Casa de Jesús Pobre” y, dentro de cada uno de los fines antes citados, ejercerá el apostolado de la caridad. En su capítulo 3º (Organismos iniciales de la obra Casa de Jesús Pobre), señalaba: Artículo 7º: Consultorio y oficina gestoría gratuita; Art. 8º: Oficina de arbitraje y amistad; Art. 9º: Clínica médico-farmacéutica; Art. 10º: Caja de socorros mutuos “Jesús Pobre”; Art. 11º: Hogar del obrero; Art. 12º: Oficina de estadística y orientación religiosa; Art. 13º: Escuela profesional de la mujer; Art. 14º: Escuelas profesionales para hijos de obreros.[1]
[1] Ros Marín, A. op. cit.




